Dijo el autor del primer tratado de gastronomía, Jean Anthelme Brillat-Savarin, que el placer de comer es el único que, tomado con moderación, no va seguido de la fatiga. Yo me atrevería a unir a este placer aquél otro si no más sencillo, sí un poco más cómodo y siempre igual de placentero: el sentarse (como quien se dispone a comer) ante una pantalla y devorar una historia a través de imágenes. Unir ambos gustos resulta de lo más hedonista en un principio, pero no lo es si extendemos el placer hasta el antes y el después de cada experiencia, es decir, prestar atención al inicio de la creación de un plato, una bebida, un film o curiosear en la reacción que ha podido tener más adelante en la historia. Propongo pues un eterno menú a modo de excusa para poder hablar de cine y gastronomía. Todo ello sin prisas, incluso espontáneamente, casi a salto de mata... porque a mí, como a Godard, me gusta que las películas tengan comienzo, nudo y desenlace, pero no necesariamente en este orden...
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2 comentarios:
Estamos esperando más. Voy a hacer un link en mi blog con el tuyo. Ah, y cambia las preferencias para que la gente pueda hacer comentarios en la forma anónima, que si no necesitan tener una cuenta Google para escribir.
Discrepo con Jean Anthelme Brillat-Savarin. Nada como una megasiesta después de hincharse a cocido madrileño en Casa Carola.
Taps
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