jueves, 17 de enero de 2008

LINDA VIDA...... LA VIDA PERRA

Esos visitantes que cito en mi anterior post me han comentado el logro de unir el plato de Blade Runner con la película de fideuà, digo…. otra vez la tijera! Ya me habéis entendido, vaya: al "vesre", que dicen los argentinos. De hecho, ese y no otro es el objetivo y salero del presente blog. Para el post de hoy, me he permitido prescindir de algunas licencias de mi propia política. De lo contrario, me resultaría muy difícil centrarme en lo único en lo que hoy creo que debo centrarme, lo cual es que la pequeña perra que tenía por mascota, de nombre Kika, ha pasado a mejor vida. Insisto en que, de no ser así, me habría costado mucho encontrar, por un lado, un vínculo con el que unir la gastronomía con el mundo animal







Aunque sería sencillo hacerlo a través de la compañera también abajo-firmante María Leach la cual, con el título de su blog me observa facilitándome dicha unión. Sería muy sencillo ya que de ella, María, me iría a Archie, Archie Leach, conocido en la historia del cine como Cary Grant, y de ahí al homenaje que le hace el Monty Python John Cleese en Un pez llamado Wanda y así ya llegaría a los animales y a mi Kika. Pero prefiero recordarla como a la otra, como a la mía








De haber sido así, como decía, hubiera tenido que recurrir a dramotes como Azul, con los que se hace de un color la radiografía de la ausencia de seres queridos… Evidentemente no se puede comparar la tragedia de Juliette Binoche en la piel de la lírica Julie Vignon con la mía; aquélla era la pérdida de una hija y un cónyuge y la mía es la de un perrito de cinco kilos… ¡¡¡MARAVILLOSO, LA VERDAD!!! Lo siento pero prefiero ruborizarme al volver a leer esto de aquí a unos meses antes que dejármelo dentro: ¡SÍ: LA COMPARO! ¡POR MUCHO QUE DUELA A DESGRACIAS MAYORES… CADA DRAMA ES UNO! Y EL MÍO DE HOY ES COMO EL CUALQUIER PÉRDIDA, YA SEA LA DE NANNI MORETTI O LA DE LA BINOCHE! ADEMÁS, ELLOS SON PERSONAJES Y YO NO!






Aun así, no le quito mérito a ninguno de los aludidos pero; puestos a escoger, la verdad es que si hay algo que le quite hierro a estas situaciones es el humor, con lo que prefiero quedarme con personajes menos consistentes pero más fáciles de empatizar como son el Melvin de Mejor imposible quien, como bien recordaréis, se queda con perrito y sin perrito de la noche a la mañana y de la mañana a la noche. Como podéis ver, paso de la tragedia a la comedia como un griego con sólo una triste máscara y en pelota piacada como otro Monty Python cualquiera, pero es necesario porque... cada vez que releéis los puntos suspensivos de este texto… entended quese trata de algo así como un nudo en la garganta... o en el teclado en la mía, digo por recordarla







Es duro. Aunque, como cita el propio Melvin antes citado bajo otra máscara de la comedia que es Jack Nicholson, todo es... ¡Por un peeerro! ¡¡Por un perro feeeo!! Pero a continuación, la voz de esa cara dramática, que no es otra que de Rogelio Hernández, intenta entonar otro analgésico "pythonista" que acierta de pleno en la lucha contra el dolor y suena tal que: ¡Always look on the bright side of life!








Pero como dice mi padre, en esta vida todo llega todo pasa y nada queda. Tal vez sólo el recuerdoYo quiero recordar a Kika con una sonrisa porque (antes me he atrevido a decir eso tan manido de “mi Kika”, pero ahora, no es por miedo a seguir pecando de cursi sino por respeto a sus amigos -que sóis vosotros-, a los que ese pequeño gran perro se hizo, dejaré de hablar de ella con ese arrebato), además de haberle dado agua mineral y jamón de jabugo cada día y de haber llegado a cocinar pollo al curry para ella únicamente cuando nos apetecía a los dos con lo que su vida fue más linda que perra... fue el único perro que logró hacerme reír; de hecho, estaba más cerca de Chaplin que de Rintintín Y ya lo dijo Hawks: el humor es drama con tiempo y la Kika como haremos todos nosotros pasó





(...)

miércoles, 9 de enero de 2008

SIEMPRE ES MEJOR EL LIBRO QUE LA PELÍCULA

En vista de que todos los visitantes de mi pequeña bouffe, además de poneros a dieta tras las Navidades -al revés de lo que hace el bueno de Santa-, os habéis relamido bien leyendo mi fideuà... míralos... míralos los jodíos...





... ahí va la adaptación cinematográfica de la novela:



http://lagranfideua.blogspot.com/

viernes, 4 de enero de 2008

EX-COCINERO... EX-BLADERUNNER...

Debo dar fe que los compañeros abajo firmantes losviajesdenuriver y albertoparedes, despidieron del 2007 como los señores mayores que ya les toca ser por la edad que tienen, lo cual es sin aquellos aspavientos con los que –como yo hacía- solíamos dejar el año saludándolo con los hígados de nuestros compañeros en la mano como si de los pañuelos de un eterno trasatlántico se tratara. El problema surge cuando de nuevo, repito: DE NUEVO, se retiran a su acogedor Madrid tan pronto como las fiestas acaban. Tal y como dice el final del prólogo de la (sorprendentemente presente en este inicio de post) Blade Runner, “a esto no se le llamó ejecución, se le llamó retiro.” Pues sí, las visitas navideñas del amigo madrileño, como aquél americano de Wenders, cada vez son más fugaces. Aún así, a diferencia de otros años, esta vez creo haber logrado que la esencia del sabor mediterráneo ya no tan sólo ha durado lo que dura el trayecto del viaje de vuelta en tren a su ciudad sino que, como mínimo, haya cuajado en ese espacio tan sagrado que hay entre la pituitaria y el hipotálamo, es decir, el módem de replicante que une a nuestro paladar y nariz con el disco duro que decide con qué quedarse.






Tengo la certeza de que todo esto es así porque el último día que estuvieron exigieron, y repito: exigieron, que les hiciera el menú de fideuá que suelo hacer y que hice muy a gusto, repito: muy a gusto. Suelo iniciarlo todo con una invitación a sentarse en una mesa provista de, por un lado, un sencillo plato de jamón del cual debe destacar más su acento de palabra aguda que su número de jotas; por el otro, una sencilla ensalada de loyo rosa recién partida sobre la cual descansan unos tomates verdes empapados en aceite de variedad de oliva picual, junto a una crema de vinagre balsámico que simula estar presente tan sólo para sostener a las dos cucharadas de sésamo tostado.








A todo ello le suele acompañar una copa de cava, pero ellos -los entonces replicantes- trajeron un albariño lo suficientemente seco como para ser lo primero que entrara en el cuerpo y empezar la misión de blade runner que acababa de aceptar (y ahí va): Con los cinco sentidos que tengo en el gusto, sofrío los trozos de rape de Roses y las gambas de Huelva logrando que todos sepan desde el principio que en esa paella el que manda soy yo y sólo yo. Resulta ser así: se me rinden y me lloran, llora el rape pero no se me rompe, se mantiene entero tal y como yo le pido, como un señor… qué elegancia la del rape! Ora crudo, ora rebozado… un señor de la cola a la cabeza! Al mismo tiempo me lloran las gambas hasta llegar a separarse de sus cabezas! Qué entrega la de las gambas! Qué barroquismo el suyo! Demuestran que por fuera son soldados con coraza pero por dentro son unas doncellas más jugosas que sabrosas si cabe, con lo cual decido que su agonía ha sido suficiente y las separo del calor, siempre manteniendo su crudeza, eso sí. Con el fin del primer acto, me siento bien: el pescado no lo tengo crudo ni tampoco frío, está a medio camino entre entre lo acojonado y lo servil; tengo a los comensales también expectantes y una base de aceite que parece haberse cuajado en una barca de viejos pescadores. No hay duda alguna: es la hora del mortero.







Bajando el fuego para que no se que queme el aceite, impongo de nuevo la ley dentro del cuenco: tres ajos crudos, una picada y la carne de una ñora bailan con la sal como en botica, emulsionan a la par hasta llegar a ser una masa informe que cae seguidamente en la placa para unirse al festín. En la nariz de todo curioso que se asoma, la suavidad tostada torna ambrosía al penetrante olor a pescado que quedaba del capítulo anterior. Añado el tomate y la cebolla por si hay alguna duda de que se trataba de un sofrito. Como buen blade runner, sigo cumpliendo con mi misión y miro de reojo a aquéllos que unen estas líneas con el film de Ridley Scott: los fideos. Me sonríen; saben que no están en un plato de fideos chinos como en aquella película, de ser así estarían largos y a punto de ser viscosos; su relación con el pescado sería de acompañante, no de fusión; Deckard los pediría pero no serían devorados del todo, quedarían fríos y secos, como la falta de respeto del cocinero que sólo le da las albóndigas que le da la gana a pesar de la insistencia del protagonista.







Por eso me sonríen, porque van a ir a dorarse todos juntos, no uno a uno y separados, lo harán para hacer de la pasta un mar. Tras inflarse con fumet de pescado, decido rematar la faena en el horno, como si de un soufflé se tratara. En la mesa, la expectación de mis comensales tan sólo es superada por mi ilusión de haber dejado todos y cada uno de los fideos cogidos de la mano del ajo, del hijo y del espíritu santo. Me fijo y es como una banda sonora: los labios se dilatan, las narices se ensanchan y los hombros se relajan tras el primer bocado de aquéllos que me encargaron la misión. Tras un silencio, se estremecen en el placer del sabor mientras me dicen aquello de… “yo he comido cosas que tú nunca has podido imaginar, yo he probado paellas en llamas cerca de la puerta de… bla… bla… bla… “



sábado, 15 de diciembre de 2007

PREFIERO A LIZA

Ayer viernes finalmente pude ver el musical Cabaret en el teatro Apolo de Barcelona. Digo finalmente porque el ir al teatro me cuesta ya que, si ya en el cine es difícil llegar y sentarse a ver la obra en cuestión, más lo es cuando uno viene ya sentado. No debo obviar que otra de las razones es el precio de la entrada… imposible olvidarlo tratándose de la obra Cabaret, cuyo repertorio tiene en una de sus canciones más célebres: “Money!”








No era la primera vez que veía la obra, pero aun así, valió la pena. La primera vez fue hace unos años en Madrid, donde Natalia Millán interpretaba a Sally Bowles y Asier Etxandía al maestro de ceremonias; ayer me tocó a Marta Ribera y a un espléndido Víctor González respectivamente; además, la versión teatral viene directamente de Broadway de la mano nada más y nada menos que de Rob Marshall y Sam Mendes, y… Pero bueno, ¿esto qué es? me releo y veo que me acabo quedando pegado a la típica-crítica-esdrújula que no hace más que manosear a los fantásticos artistas que ya saben cada noche lo bien, lo correcto o lo genial que han estado. Insisto en que todos ellos me enamoraron –en especial, repito, Natalia Millán entonces y Víctor González anoche- pero, lo verdaderamente relevante es que mientras yo anoche sufría por ver a la Sally Bowles de Marta Ribera por si se caía de la enorme silla en la que interpreta “No se lo digan a Mami”, aquella Liza Minelli que de Sally tan sólo le debe quedar más que un rápido trago de ginebra y algún torpe mohín, se cayó en un escenario de Estocolmo.





Ella es mayorcita y ya no depende de sus padres, en especial de su madre, afortunadamente, pero personalmente a mí siempre me ha dado una especial ternura. Tal vez posee algo de esas mutaciones que han llegado a desarrollar algunos actores, mediante las cuales el personaje y la persona se funden dando una nueva personalidad. Fue el caso de Johnny Weissmuler, el de Bela Lugosi y, según las malas lenguas, el de Raymond Hoffmann dentro de Dustin Babbit (¡otra tijera, demonios! ¡¡Dustin Hoffmann!!). Dicen que es algo habitual en los actores del método, que el propio Al Pacino llegó a tener problemas de identidad sexual tras rodar A la caza (por cierto, recuérdeme, señor blog, que tarde o temprano hay que hacer un especial sobre la tenebrosa óptica de William Friedkin). Pero, a lo que iba, tras tanta leyenda acerca del método Stanislavsky, de la escuela de Lee Strasberg de y sus interacciones, el mismo señor Hoffmann dijo hace poco con toda su narizota algo así como que no se trata de otra cosa más que de una serie de ejercicios para calentar la persona y enfriar al personaje y trabajar mejor, sin más.





O Sea, para aquellos artistas como Errol Flynn, W. C. Fields o cualquier Barrymore, el método sería el primer inflama-hígados etiqueta negra que apuntara al techo dispuesto a volcarse sobre la boca. Algo así hay en la actriz que trato en este post. Ella dijo una vez que no se puede demostrar que el alcoholismo sea una cosa genética y hereditaria pero, que ella se hizo unas pruebas con las que se vio que era cierto, que lo tenía escrito en su destino. La verdad, no creo que le hiciera mucha falta pagar por esas pruebas, cualquier psicoanalista (del método, ya puestos) se lo podría haber dicho: madre alcohólica por nacer y criarse en la farándula y padre alcohólico casado con joven y linda promesa para no querer admitir su homosexualidad. Ellas, la homosexualidad y Liza, han llegado a unirse como mitos, tal y como hizo otra fea (de narices, también) con un encanto especial: Barbra Streisand. De hecho, en la película In and Out se hace referencia directa a esas relaciones: Minelli, Streisand, mundo gay y musicales, incluso. Yo personalmente prefiero a Liza que a Barbra; de hecho, con toda la fama que tenía la judía de tener unas manos tan sexys, sin duda son mejores las de de la Minelli. También me gustan mucho los musicales, ante lo cual decidí hacer el test de la cinta que tiene que pasar Kevin Kline en la peli antes citada… No superé la prueba, es decir, me dijo que era un hetero “lizaminellista” pero… ¡¡Dios, cómo disfruté haciéndola!!


sábado, 8 de diciembre de 2007

SOY... UN MEMBRILLO... ??

En De la inestabilidad del hombre, Montaigne dijo una vez: De los hombres, me creo menos fácilmente la constancia que ninguna otra cosa, y nada con mayor facilidad que la inconstancia. En fin, esta alusión como entrada al post de un blog creo que no hace falta hacer referencia a qué nos enfrentamos. Así es, "tesón" sería el título perfecto para un buen blog. Esto me lleva a hablar -y que conste que esta digresión está pensada para quedar de lo más chulo y que me lean más- de una obra que le dicen maestra por estar muy vinculada a la pintura y por ser el mejor film de la década de los 90 según la Cinemateca de Ontario, hablo de El Sol del Membrillo, de Víctor Erice.





Entre otras muchas cosas, lo que trata principalmente no es otra cosa que el paso del tiempo o, para concretar, el dejar latente el "mira cómo cambian las cosas", o incluso mejor aún: "mira cómo cambio al lado de cosas como un membrillo". No es nada personal, pero la verdad es que hay que dedicarle un tiempo al bicharraco de peli, porque la cosa no tiene desperdicio. El caso es que, de las dos dimensiones que tiene la obra, pictórica y cinematográfica, será en esta última donde se acabará revelando el heroísmo del artista por su capacidad de sacrificio, su afán por llegar al absoluto o bien de hacer eterno un momento del tiempo. Además hay relación con el espacio: un pequeño hueco junto a un árbol del jardín de su casa, ha pasado a ser sagrado por estar enfrentado a la presencia de una enorme ciudad urbana.






Toda esta tela la cuelgo aquí mientras me meso la nuca y la perilla y quedo super-atractivo, pero sobre todo me interesa para hablar del tesón, de la constancia, de mi no-tesón y de mi no-constancia. Tal vez tenga otras muchas... muchísimas cualidades... que se las dejo al blog de mi abuela, pero no han estado cercanas a lo que aquí trato. Este hecho ha sido uno de los temas principales de debate que he gozado con un compañero y amigo en su casa. Me refiero a Javi Pastor y las tabarras que a veces le he dado visitándole. Su casa, como él, tiene zen, paz y armonía. Allí y con él, la velocidad es idónea Idónea me refiero que no hay sobresaltos. Sólo cuando he entrado yo en ella he notado que sus dibujos me miraban de reojo por haber aumentado la velocidad y haber hecho llegar el vértigo... me refiero al del humor, que es el único que mi tacómetro me permite. De todo ello, hace poco apareció una especie de sugerencia mutua mientras ojeábamos un libro de Javier Pagola. Con los libros de este autor verdaderamente no se puede hacer otra cosa que ojearlos o bien cerrarlos y empezar a dibujar. Así, en las antípodas de la concepción con la que se inició El Sol del Membrillo, se empezó una pequeña lámina a partir de la cual debe salir... algo así comooo... eeeh... quilosà? Ni que decir tiene que la tarifa plana de serenidad de la que goza mi colega Javi no choca sino que -espero- se complementa con mi ímpetu esdrújulo con el que voy a salto de mata. Sin duda, algo tiene que salir porque, tal y como el propio Erice defiende acerca de ls putrefacción de los membrillos... Javi, entre tú y yo: o los dibujos o nosotros...


jueves, 29 de noviembre de 2007

ME HAGO MAYOR


Pues aquí estamos de vuelta… como si no hubiera pasado nada… ¿es que a caso ha pasado algo? Tan sólo la ausencia del autor de este blog ¿no? Pues eso… ¡nada! De lo visto ocurrido en las últimas semanas, cabe destacar que parte de mis faltas se debieron a un curso formativo que hice en la televisión de Terrassa y llevado por una banda de nombre Discat, de quien sólo se puede decir que son unos farsantes. De todos modos, no me afecta en absoluto gracias a que me encuentro de nuevo dentro del blog, lo cual es estar dentro del cine y de la cocina. Esta última ha cambiado en los últimos días debido a que me han regalado una termo-mix para mi aniversario… ¿cómo? ¡SÍ HOMBRE! ¡EL SÁBADO FUE MI CUMPLEAÑOOS! ¡TREINTA Y CUATRO! Como lo oyes, ¿a que parece que tenga menos cine visto? Ya me lo dicen ya…




Evidentemente la fotografía no es de los treinta y cuatro sino de nueve años atrás, en mi primer viaje a Nueva York; por cierto, para quien quiera ver un par de planos aquel viaje –de las torres gemelas cuando estaban, por ejemplo– o algo más de mí en la actualidad, que visite el blog de los Kung-Fu Master que cito a mi derecha o bien que vaya directamente a esa otra brutalidad del youtube y apunte “kung fu sin red” y verá un video-clip hecho entre amigos. Por cierto, para algo hecho entre amigos, destaco el experimento Rec. Un compañero mío que ha trabajado con ambos directores en varias ocasiones, me comentó hace poco que lo mejor que sale del cine español últimamente es o bien de Filmax o bien de Guillermo de Fauno, digo del de El Laberinto del Toro, bueno eso. Personalmente el del Foro, digo del Toro, a veces me resulta un tanto extraño, no llego a entrar tan fácilmente en sus mundos como lo hice la primera vez que lo ví en Sitges con Cronos.





Quiero decir que ese punto colgante o colgado que se suele dejar siempre en el terror o en el fantástico (y que yo reconozco haberlo hecho en mi único corto dirigido y cuyo punto a colgar se me fue de las manos), en el universo del Toro no me acaba de cuadrar. Como ejemplo, adimto mi perplejidad al no dejar de discutir con todo el mundo acerca del porqué del capuchón en la cabeza del cadáver de Simón. Tal vez es que tenga menos cine visto para mi edad realmente o, como dice Rubianes: "para dos neuronas que me quedan y una que me bebeee... "





Por otro lado, no dudo ni un fotograma en quedarme con la grabada de Paco Balagueró y Jaume Plaza, digoo, ¡otra vez se me hace la tijera! Me gusta su valentía en casi todo: en el grupo actoral catalán que hay veces que parecen un follón de la compañía La Cubana, en no cortarse con las referencias estéticas a otras obras como las brujas de Blair o los holocaustos caníbales, en darle perfil dramático al bicho de la peli (pobrecica la nena con el cura cabrón, ¿no?) y, por encima de todo, en meter en el ajo a la extraordinaria Manolita Velasco (la llamo así porque no pude remediar encariñarme a ella al verla sufrir tanto); como el próximos Goya no oiga su nombre tras el de mejor actriz revelación, salgo escaleras arriba a morder como los de la escalera de Eixample. Me gusta el fantástico y Rec más, todo y que Balagueró no superará su cortometraje Alicia. Le ocurre como a mí, solo que el suyo es insuperable por fantástico y el mío… POR HORROROSO!

miércoles, 11 de julio de 2007

UNA RECETA... EN SERIE...

Hoy he vuelto al rincón de Sant Andreu a por otro ajoblanco. Debo reconocer que esta vez tan sólo he podido con media ración del plato ya que, todo y que considero que sé llevar el perfume del ajo durante todo un día sin sufrir rechazo humano, no logro quemar tanta proteína de almendra cruda por muchos paseos que me dé. Tal que de la radio se tratara y siendo mi blog como es… ¿puedo saludar? saludo entonces desde aquí al encanto que forman todas las camareras del Versalles sin el cual mis digestiones ya no serían el esperado episodio semanal que me he puesto de dieta, sino que se trataría de un simple comer y un torpe escribir. Por cierto, hablando de episodios, reconozco mi torpeza para toda ficción que sea una serialidad tal y como puede ser una serie televisiva o cinematográfica pero, a la vez, reconozco… ¡¡¡ESTAR TOTALMENTE RENDIDO CON LAS SERIES “LOS SOPRANO” Y “NIP/TUCK”!!! La primera me enseñó que la “familia”, entendida como mafia, está un grado más cerca de la altura del suelo que aquélla que nos enseñó “Goodfellas” y por tanto dos grados más de la de “El Padrino”. Es decir, si Coppola nos mostró al don como Dios (de ahí que su tercera entrega transcurra en el Vaticano) y Scorsese nos lo entregó en un grado inferior como si de un juego se tratara, David Chase desmitifica la mafia dibujándonos a un Tony Soprano tal que cualquier vecino de a pie con los problemas cotidianos con los cuales a veces uno no puede seguir y acaba desmayándose por la presión.



La serialidad en cualquiera de estas historias aparece desde el momento en que la ficción se fragmenta en el tiempo y hay que esperar para poder seguir la continuidad del relato. Un ejemplo cinematográfico sería “El Señor de los Anillos”, de cuya obra diría lo que una vez dijo Terenci Moix acerca del atractivo de sus personajes: ni comen, ni beben, ni fuman, ni fornican, con lo que logran evadirte ya no de la realidad, sino de ti mismo. A mí no ha llegado a desagradarme esa trilogía, pero Kevin Smith en “Clerks II” me remató la faena cuando dijo una gran verdad: “es una peli de gente que… ¡camina!”.



En el caso de “Nip/Tuck”, tan sólo digo que todo personaje nuevo que entra en la serie acaba en la camilla de los dos cirujanos protagonistas o bien en la cama de alguno de ellos, todo siempre con la justa dosis de morbo en forma de adulterio, prostitución, bisexualidad, tráfico de drogas en bellos cuerpos, robo de órganos en cuerpos menos bellos, o hijos pródigos con estereotipia. La verdad es que ambas familias se parecen, tan sólo se diferencian en el hecho de que en Los Sopranos comen y comen y en Nip/Tuck… eeeh… copulan y no comen... y siguen sin comer... y siguen... en fin...



Yo propongo una receta de pasta para los primeros y para aquellos que… bueno, mejor leerla y decidir el cómo, el cuándo y, sobre todo, el porqué. Recomendable para un día de vendetta, ya sea porque uno vaya a ser el verdugo o bien la víctima, pero sólo será posible disfrutar de la elaboración del plato con los siguientes ingredientes. Necesitaremos 500 gramos de spaghetti, preferiblemente de la marca De Cecco, es decir, de sémola dura y sin huevo; una hamburguesa de ternera por comensal (prefiero este término al de “por cabeza”, dadas las circunstancias en las que nos vemos, puesto que aquél que va a disfrutar del plato puede ser disparado en la misma); contaremos las cabezas de nuevo para cada unidad de cebolla grande; y finalmente agua, laurel, albahaca y vino tinto. Picaremos la cebolla con tesón, ayudándonos del sentimiento de odio hacia la víctima a retirar. La echaremos en una olla con aceite caliente tal y como haremos con el cadáver una vez ejecutado. Salamos la cebolla, que no al pobre desgraciado asesinado.
Pondremos a hervir una olla mayor con abundante agua y sal. Trocearemos las hamburguesas en pequeñas partes con el mismo esmero que hicimos en el primer paso. Movemos la cebolla para que no se nos pegue y, a la vez, hagamos un cierto espacio para la carne (esto ayuda mucho a meditar acerca de qué hacer más adelante con el fiambre del maletero, siempre, insito, si el sicario es el que lee estas letras y quien acabará cocinando). Echamos la carne y removemos.
Añadiremos toda la salsa de tomate junto con el laurel y la albahaca. De igual forma que es recomendable la “polpa di pomodoro” de la misma marca De Cecco, también lo es el echarla con mucho cuidado de salpicarse en la ropa puesto que, sería una lástima medir cada milímetro del asesinato y acabar con una delatadora mancha de rojo tomate sobre el traje. Además de ser una torpeza, estaríamos dentro de uno de los tópicos mafiosos más manidos desde los Borgia.



Ponemos a cocer la salsa. Cualquier “nonna” de Rossellini diría que tarda el tiempo que dura el rezo de un avemaría, yo aseguro que al “dente” se llega tras la preparación de un Dry Martini. Mezclamos la pasta con la salsa y dejamos que esa cocción que le faltaba a la primera, la logre unida a la segunda, haciendo de la unión de ambas una cópula sin parangón.



Tal y como hacen los italo-americanos de Nueva York y de Nueva Jersey, nos hacemos con el plato con un solo tenedor, sin cuchara.
Lo dicho: antes de salir a liquidar a aquél que lo merece… ¡¡porque lo merece!! hay que cargar el arma y los hidratos de carbono. Creo que esta receta y su plato sería una de las mejores ofertas. De hecho, ya lo dijo don Corleone: “Le hice una oferta que no pudo rechazar…” Salute!